
La combinación es muy curiosa. El tono del cava afrutado, con el sabor salino del roquefort conjuga muy bien. Es una bonita forma de empezar el día, el año y los propósitos. De abandonar los malos pasos del año pasado y tener ganas de mirar adelante.
Con ese desayuno compuesto de una bandeja en la que se pone el cuchillo para untar, el queso y la fuente de canapés acompañada de la botella de cava así como un vaso adecuado. Con todo ello me pongo a desayunar en la cama.
Digamos que es una forma transgesora de comenzar el año, la idea se me ocurrió por casualidad un año en el que sobró cava en la nevera de las celebraciones de año nuevo, y recuerdo que vino la idea de probarlo con queso (que sobró igualmente de los canapés de las fiestas). Todo ello conformó, no un primer desayuno, ya que esa primera vez recuerdo que me levanté tarde, pero si una tradicción en mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario